Una píldora de desahogo de un ciudadano corriente y moliente ante la desidia y el despilfarro institucional

07 marzo 2006

La cabaña del Tío Ardanza (escrita por él mismo y sin Huckleberry Finn)

Se puede decir de mil maneras, pero todas indicarían lo mismo. El pasotismo y desprecio de ciertos cargos por la Ley que debemos acatar TODOS. Un caso flagrante y sangrante de un señor que puede presumir de respetuoso con la ley y ante todo, furibundo ecologista.

4-03-2006
Diario El Correo
CARTAS AL DIRECTOR
El chalet de Ardanza
Rafael Hidalgo Segurola/Durango-Vizcaya

Me vas a permitir José Antonio que te tutee. Creo que a ello me da derecho el haber sido, como tú, cooperativista y el haber trabajado contigo, en ocasiones codo a codo, en Caja Laboral Popular. Durante años me he vanagloriado de ello y siempre que se ha presentado la ocasión he manifestado a compañeros y amigos que «José Antonio es un tipo íntegro, fiable. Hombre de recias convicciones religiosas, de sólida formación jurídica y cooperativista por convicción, es y será un político al que no se le podrá reprochar nunca nada».
Casi acierto. Tu actuación en el caso que nos ocupa desde hace ya cuatro años ha provocado lo que antes se denominaba 'pecado de escándalo'. No se puede calificar de otra manera tu silencio y omisión culposa en todo este 'affaire' del chalet de Urdaibai. Que personas e instituciones que han intervenido en este lamentable asunto se hayan comportado como lo han hecho es algo que hace tiempo ha dejado de sorprenderme, aunque no de irritarme. Sí me ha descolocado tu actuación. Ha sido una verdadera pena que, creyéndote por encima del bien y el mal, así como de las leyes de las que has sido leal defensor durante una vida profesional intachable, hayas caído finalmente en esa especie de fatal tela de araña que resulta a la postre el poder y pases a la posteridad no tanto como el excelente lehendakari que has sido, sino como 'Ardanza, el del chalet'.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobre Ardanza, para una casita que se hace, y elige el lugar equivocado. Debió pedirles consejo a los demás compis de taberna, que ellos si saben donde hacerselas con el dinero conseguido especulando y dando contratos a sus amigos por millonadas. Pero claro, cualquiera comete un error, y es que el sitio era tan bonito...
Lo más lamentable es que estos no se ponen ni rojos.