@masaenfurecida dice el 19 de julio de 2012:
SI EN LA CAPITAL DEL PAÍS QUE GOBIERNAS HAY OCHO MANIFESTACIONES DISTINTAS AL MISMO TIEMPO SEÑAL DE QUE ESTÁS HACIENDO LAS COSAS SUPERGUAY.
En multitud de poblaciones y ciudades, cientos de miles de ciudadanos salieron a la calle para dejar claro que los brutales recortes aplicados por un gobierno de un partido al que han votado 10.830.693 españoles no aporta nada positivo.
Y así, se enarbola una vez más esa expresión que dice “la mayoría de la población nos ha votado y tenemos la legitimidad en nuestras acciones de esa mayoría”.
Sorprende que seamos un país donde se ha permitido especular con una necesidad como es la vivienda, donde se promociona la precariedad laboral y la mediocridad en general, donde cargos de alto nivel institucional, empresarial, político, etc. cometen delitos e irregularidades y salen indemnes. O dimiten (si es que lo hacen) y pasan a una vida más cómoda.
Este es un país donde el salario mínimo está regulado (748,30 €/mes en 12 pagas), pero el salario máximo no está limitado.
Vivimos en un país donde se pretendía tener en cada provincia un aeropuerto, una línea de TAV, infinitos campos de golf, varias autopistas y una legión de viviendas con un precio infladísimo esperando un comprador.
Un país donde los emigrantes eran necesarios para que la rueda girara mas y mas rápido. Hasta que la velocidad era tan alta que de ella fueron expulsados al frenarse.
En lo mas básico que es una vivienda, no tiene sentido que cualquier persona con un trabajo normal y un salario acorde a ese trabajo, no pueda acceder a un lugar donde vivir. Si esto sucede, hay algo que no funciona.
En Bilbao, el día 19 de julio de 2012, miles de personas (en una de las mas multitudinarias manifestaciones de los últimos tiempos) mostraron su resistencia a un gobierno que miente y permite que todo lo expresado arriba suceda.
Curioso es también, que en esta pseudodemocracia, basada en una ley electoral injusta, cada gobierno ha sucedido al anterior por demérito del gobierno saliente, y no por mérito del entrante.
Me pregunto qué pueden pensar los países que nos miran. A nadie puede extrañarle que no nos tomen en serio. Si hay una masa de hinchas aborregados y acríticos votando al bipartidismo hasta el día del juicio final, el resultado de esta circunstancia salta a la vista.
Aquí dejamos un escrito muy recomendable para lectura de los que a esta bitácora entran:
No se enteran, ni se quieren enterar
El error más calamitoso que están cometiendo nuestros dirigentes —antes Zetapé y ahora Rajoy— reside en creer que podemos superar esta crisis con el mismo traje y las mismas hechuras que cuando entramos en ella. Calculan que se puede salir de la crisis sin que el régimen político alumbrado en el año 78 se vea sustancialmente alterado en ninguna de las estructuras que lo sostienen. Por esta razón la estrategia adoptada por ambos mandatarios ante la crisis es la misma que la publicitada por los algunos productos de higiene personal: intentar que no se note, que no se mueva y que no traspase.
Para lograr este objetivo se nos ha hecho creer que lo que estamos padeciendo es básicamente una crisis económica que se asemeja a un virus que viene de fuera y que, al inocularse en nuestro cuerpo patrio, se ha desarrollado con una especial virulencia por contar con unas defensas muy mermadas, a pesar de la vacuna de 100.000 millones de euros.
Sin embargo, la crisis económica es el mascarón de proa de una embarcación cuyos pernos habían comenzado a aflojarse ya antes incluso de que la alegría achampanada del dinero fácil se nos hubiera subido a la cabeza. El enrarecimiento de las cuentas corrientes y del monedero ha servido para desvanecer ese efecto sedante que embargaba a una sociedad pastueña y dócil que ahora se va a tener que acostumbrar a convivir con la pobreza durante bastante tiempo. Solo cuando se ha disipado este nublo la ciudadanía se ha dado cuenta realmente del zancocho político en el que llevamos un tiempo viviendo: la crisis de deuda es vicaria de la crisis política e institucional que venimos arrastrando desde hace tiempo.
Las leyes que rigen la casualidad han dispuesto después un cúmulo de circunstancias extraordinariamente visibles: un poder judicial en el que nadie cree y cuyo máximo representante se niega a rendir cuenta de sus gastos suntuosos; una caterva de políticos aprietabotones que pacen en un sistema bicameral al que no se le ve utilidad y que bloquea cualquier medida regeneradora; la elefantiasis de un estado autonómico que parece la idea parida por una cuadrilla de amigos en una despedida de soltero; y la elefantocidia del Jefe del Estado, gracias a la cual se ha transparentado la estampa diáfana de una persona que gravita en una órbita distinta a la de los ciudadanos a los que representa y cuyas palabras de solidaridad y preocupación ante la crisis resuenan con la misma vacuidad metálica que las del Hombre de lata del Mago de Oz.
En estas circunstancias produce perplejidad que se hable de una reedición de los Pactos de la Moncloa cuyo único objetivo sería apuntalar las ruinas de un edificio absolutamente resquebrajado. En lugar de hablar machaconamente de reformas debería incoarse un nuevo proceso constituyente que diera paso a una refundación del sistema democrático español en la que, como mínimo, se tendría que producir un relevo en la Jefatura del Estado y en donde de verdad se rescatase para la práctica el noble concepto de ciudadano. De lo contrario el régimen político salido de la Transición corre el mismo riesgo de esclerosis que el de la Restauración: a pesar de recibir el rejón de muerte en 1898, permaneció de pie como un marmolillo y siguió boqueando sangre hasta que en 1931 decidió acostarse junto a las tablas a la espera de que le dieran la puntilla.
http://mesecosicas.blogspot.com.es/2012/06/no-se-enteran-ni-se-quieren-enterar.html
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