Una píldora de desahogo de un ciudadano corriente y moliente ante la desidia y el despilfarro institucional

04 mayo 2007

España. País de esperpento y picaresca

La esperanza es lo último que se pierde. Y menos mal que el ciudadano todavía ve que en la JUSTICIA (así con mayúsculas) hay elementos que hacen de la dignidad, seriedad, minuciosidad y un largo etcétera de virtudes, una cuestión de principios. Véase el caso de Miguel Angel Torres. Debería haber bastantes más como él para acabar con esos pelotazos vergonzantes que tanto beneficio (para los escogidos), y tantos perjuicios (para una inmensa mayoría), ha acarreado, y lo que queda, la nacional trama ladrillil. Este juez habrá escuchado cosas que superan la imaginación mas desbordante.
Personalmente uno de mis lemas es que la realidad supera la ficción. Siempre. La realidad es lo más burro que puedas fantasear. Pero es que es eso mismo y mas.
De hecho, en España, los juzgados no dan abasto para celebrar una gran cantidad de juicios de la temática ladrillil en cuestión. No llegan, ni por alcance económico ni humano.
Las palabras del juez Miguel Angel Torres son de un sentido común abrumadoras.
En fin. La imagen que acompaña a esta entrada es de uno de los caricaturistas y/o dibujantes que mejor retrata el esperpento y el acontecer cotidiano de este país. Alvaro Ortega, con tu permiso, me tomo la confianza de mostrar tu arte. Hoy aparecía en el diario Qué!
¡Olé!

4-5-2007
Diario El Correo
Edición Vizcaya
J. MUÑOZ/BILBAO
j.munoz@diario-elcorreo.com
MIGUEL ÁNGEL TORRES, INSTRUCTOR DEL 'CASO MALAYA'
El juez del 'sandwich' frío
Estudiante brillante y trabajador meticuloso, Torres protestó contra sus profesores en la Escuela Judicial
Miguel Ángel Torres ha destapado la mayor operación de blanqueo de dinero de Europa (operación Ballena Blanca) y la trama de Marbella (caso Malaya), pero será recordado por los famosos que ha enviado al calabozo. Este instructor tenaz, que nunca coge el teléfono de su juzgado, protagonizó una de sus contadas apariciones públicas en unas jornadas organizadas por Tribunal Superior del País Vasco. Aquel día estuvo asequible con los periodistas, pero rechazó las entrevistas. «De lo que queréis saber no os puedo contar nada», explicó, mientras removía el café con una cucharilla. «Y lo que puedo contaros seguramente carece de interés para vosotros».
Torres es un granadino de 35 años que tiene aspecto de ser el primero de la clase, lo cual se puede comprobar ojeando su expediente universitario, cuajado de matrículas y sobresalientes. El instructor del caso Malaya sacó las oposiciones de juez con 28 años, pero no brilló de la misma manera en la Escuela Judicial de Barcelona, que es el lugar donde los futuros magistrados reciben clases prácticas antes de ir a un juzgado. En la Ciudad Condal encabezó una protesta contra el tipo de preparación que le brindaban sus profesores y acabó repitiendo curso.
A Marbella llegó en 2003, después de haber ejercido en la plaza de Santa Fe, una población granadina donde conoció a su actual esposa, que es funcionaria judicial. Ella se quedó destinada en aquel municipio cuando Torres fue trasladado a la provincia vecina, de modo que la boda se fue gestando en el escaso tiempo que dejó libre el desfile de políticos, empresarios y famosos por el juzgado marbellí. Después del viaje de novios, el recién casado regresó a sus jornadas de catorce horas de trabajo, sólo interrumpidas por 'sandwiches' fríos al mediodía.
Al juez Torres se le ha tachado de inescrutable, pero sus intervenciones son diáfanas. En el País Vasco explicó, por espacio de una hora, cómo se organizan los fraudes urbanísticos; qué mezquindades y ambiciones sociales mueven a los ediles corruptos; cómo se orquesta el blanqueo de dinero; cómo han remoloneado los bancos ante las peticiones de información; qué cambios judiciales y policiales habría que introducir para atrapar a quien soborna y a quien se deja sobornar Lo peor de los escándalos, resumió, «es que transmiten a los jóvenes la idea de que se puede ganar mucho dinero sin tener que trabajar».
Cuando el juez de Marbella terminó de hablar, los informadores comentaron que Isabel Pantoja pasaría trances difíciles. Torres había disertado en términos generales, pero las tramas que había descrito y su forma de operar sólo podía haberlas conocido en los interrogatorios del juzgado, un trámite en el que se ha ganado la fama de frío y minucioso.
El Consejo General del Poder Judicial sigue su trayectoria de cerca desde hace tiempo. «Es un juez sereno y templado. El que me gustaría encontrar si tuviera un litigio», dijo un vocal de ese organismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado la frase de que se está dando la idea a los jóvenes que se puede ganar dinero sin trabajar.
En España seguimos igual que hace 4 siglos cuando se escribió el lazarillo de Tormes, picaresca y pocas ganas de trabajar y demasiado amor por el dinero ajeno.
Y lo peor no es que la gente se sienta robada, estafada o tomada por el pito del sereno (un don nadie que se tiene que levantar todos los días para ir a trabajar, tiene que pagar todos los impuestos religiosamente, y un artistilla de estos que gana un horror de dineros, pues puede estafar para ser más rico)y encima la gente es tan imbécil que lleva pulseras apoyando la poca vergüenza.
Si es que no hemos cambiado nada , no cuesta nada ver a la gente hoy en día todavía gritando, poco menos "que vivan las cadenas".