Extracto del libro Zaplana el brazo incorrupto del PP de Alfredo Grimaldos Feito:
Capítulo IV
Un murciano en las fallas
Presentado en sociedad
En las elecciones autonómicas de mayo de 2005, el PP obtiene 42 diputados; UV, 5; el PSPV-PSOE, 32, y EUPV/IU consigue 10 escaños. Con estas cifras, a Zaplana no le queda más remedio que buscar un acuerdo con UV para llegar a la presidencia de la Generalitat.
La negociación es ardua y se alarga durante un mes. En un determinado momento de este duro ajuste de beneficios futuros, el máximo dirigente de UV, Vicente González Lizondo, intenta explicar la inusual prolongación del proceso de discusiones con una frase que hará historia: «Estamos repartiendo el pollastre».
Desde entonces, este hecho clave en la carrera política de Zaplana se conoce como el «pacto del pollo».
El acuerdo suscrito por Lizondo con Zaplana se materializa con el aval y la presión de algunos de los empresarios más influyentes de la ciudad. UV, que había hecho bandera de la crítica incendiaria a todo lo que pusiera en cuestión las señas de identidad valencianas, entendidas de su peculiar forma, acepta un acuerdo de Gobierno que ya le impide tener las manos libres. Y algunos de sus más destacados dirigentes inician un trasiego que, en la práctica totalidad de los casos, les lleva a militar en el PP. Con ese pacto, Lizondo accede a la presidencia de las Cortes Valencianas, pero la división en el seno de su partido ya es imparable. Las fugas hacia el PP, que se empeña en capitalizar el discurso valencianista dejan a la formación en cuadro. Lizondo sufre un infarto en su propio escaño, mientras participa en un acalorado debate de presupuestos y fallece unos días después, en diciembre de 1996. El PP absorbe a UV.
A lo mejor empiezan a redactar el borrador para un libro sobre Enrique Múgica. Por ejemplo...
CIEN RAZONES PARA EMIGRAR / 7
16-11-2008 Zaplana. El brazo incorrupto del PP
2 comentarios:
Hola krollian, sigo este blog hace tiempo pues si vives en Bilbao, es imposible que no te guste ponerle faltas. Amor y odio. También me gusta su estilo (incisivo pero sin faltar el respeto). Tengo, por cierto, una guerra particular con el IMD, y sus instalaciones en los barrios a la que me gustaría dar publicidad internetera. No sé si podríamos hacer algo.
sitxilia:
Ni me gusta ni me disgusta. Lamentablemente hay cosas que funcionan muy mal. Y con el dinero de todos.
Critico lo que creo que es, francamente, obligación señalar.
Gracias por tu tiempo y dejar aqui tu comentario.
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