Hay vecinos de Bilbao que son cualquier cosa menos eso.
Ya habrá tiempo de crear la fauna pulcramente ordenada. Pero en estos momentos me saltan dos pintorescos ejemplares.
Ejemplar número 1.
El Denunciante incontinente.
Este personaje se cree el Sheriff del condado de más allá del río Pecos. Se dedica a llamar a la Policía Municipal en cuanto ve un papelito en el suelo. Te ve tirarlo y no dice nada, pero luego llama a la policía.
Ejemplo práctico:
En Ocharcoaga hay calles que no tienen salida, como en tantos otros sitios. Y a ambos lados aparcan vehículos. Resulta que un día voy a a recoger la moto y tengo una multa en el manillar. En ese lado de la calzada descubro que hay una señal de prohibido estacionar, y por costumbre y al ver que siempre había vehículos a ambos lados estacionados nunca reparé en ella.
Pues nada, debió de llamar un vecino y ¡hala! toma multa.
Digo yo si ese vecino no ve QUE NO EXISTE APARCAMIENTO Y QUE CADA VEZ ESCASEA MAS y hay gente que deja el vehículo donde puede. Y nadie denuncia ese hecho. Simplemente los que somos peatones y conductores a ratos NOS AGUANTAMOS.
Y otra cosa más. ¿No podría la policía municipal poner un aviso en vez de una multa? Está claro que los mismos aparcamos en los mismos sitios. Si reincides pues bueno, multa.
La verdad es que esto es complicado. Tal y como va la cosa si la policía no perdonara una, crecería mucho el número de montañeros aficionados. Pues habría que dejar el vehículo en el monte e ir andando hasta nuestro hogar, dulce hogar.
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