22 enero 2013

Palabras de gasolina: Cuando el tiburón huele sangre. Camino de la miseria

Cuanto más vaya desmoronándose el Sistema, más claras hay que tener las cosas. Por si alguno no sabe en qué lugar se encuentra. Que a nadie se le escape que la fuerza, en el fondo, la tiene la cabeza y la mano del proletariado.
Sin trabajadores que acepten cualquier ideíta que les vaya quitando hasta la última gota de sangre, la dignidad seguirá siendo una palabra noble.

Aquí queda un texto notable de Miky Corregidor en su bitácora Palabras de gasolina donde algunas contradicciones del capitalismo puro y duro se encuentran desnudas como un recién nacido ¿Quién puede consumir algo con un salario de usurero?
Ojo que estos días propone la CEOE contratos para jóvenes con el salario mínimo. Un día de estos no propondrán la mano de obra gratuita. A lo mejor hay que pagar por trabajar.

La patronal de las ‘grandes superficies’ ANGED (El Corte Inglés, IKEA, Carrefour, etc…) ha encontrado a sus musas y ha tenido una idea genial. Inmersos en la negociación de un nuevo convenio con los sindicatos, ha decidido proponer, además de aumentos de jornada y las lindezas habituales, desvincular los salarios del IPC, y vincularlos al consumo. Es decir: si yo vendo menos, tú cobras menos, independientemente de cuánto suba el nivel de vida.
Para empezar, no recuerdo que durante los años en los que el consumo estaba disparado, y sus beneficios por las nubes, ninguna patronal hiciera a los trabajadores una propuesta similar. No dijeron entonces: “Mirad, como estamos vendiendo mucho, vamos a vincular vuestros salarios al consumo. Así subirán vuestros sueldos por encima del IPC y no os robaremos tanta plusvalía.” ¿Alguien imagina algo así? ¡Impensable! Cuando las cosas van bien ganan ellos, y cuando van mal… perdemos nosotros.

De entrada, la idea es buena para ellos. Si venden menos, pagan menos, con lo cual siempre van a tener el mismo nivel de plusvalía,  y evitan asumir los riesgos propios que debe asumir un empresario (¡no todo va ser mandar y recoger beneficios, señores!). Además, convierten a los empleados en una suerte de “socios tontos” de la empresa, pues si bien sus ingresos van a depender de cómo funcione el negocio (socios), no van a tener voz ni voto, ni capacidad de decisión alguna sobre la empresa (tontos). Condiciones de asalariado con riesgos de empresario. El timo de la estampita, en pocas palabras.

Por otro lado, no sé si en ANGED son conscientes del riesgo de hacer propuestas como ésta. Me explico. Hasta aquí todo parecen ventajas para los grandes empresarios, como siempre. Pero… ¿qué pasaría si el resto de patronales copian su brillante idea? Pues muy sencillo: que se hunde el país, de manera ya definitiva e irremediable. Si todo el país vinculase los sueldos al consumo, estando el consumo por los suelos, los sueldos bajarían drásticamente (sí, aún más…). Por pura matemática, si cobrásemos menos, consumiríamos menos. Con lo cual volverían a bajar los sueldos, lo que llevaría a que se desplomase de nuevo el consumo… y así hasta el infinito. Supongo que la espiral terminaría cuando todos trabajásemos gratis y nadie pudiera comprar nada. Claro que entonces ya no haría falta producir ni vender, porque nadie podría comprar.

No seré yo quien defienda la sociedad de consumo ni el sistema capitalista. Por mí se puede hundir mañana mismo. Pero las preguntas, desde el punto de vista de la lógica capitalista, son dos: ¿Puede un país como éste funcionar sin consumo interno? ¿Hay suficientes países importadores para que todos los demás seamos exportadores y proveedores de mano de obra barata? La respuesta a ambas preguntas es NO.

Llegados a este punto, podríamos pensar que son unos ineptos integrales, proponiendo medidas que pueden echar abajo el sistema que los enriquece. Pero en realidad no es así. Porque estas grandes empresas, grandes fortunas, son más apátridas que cualquier anarquista. Llevarían al país la ruina, para luego irse con lo expoliado en busca de otro país al que expoliar, dejando tras de sí el rastro del saqueo, tierra quemada y miseria. Y yo quiero que caiga el capitalismo. Pero no así.

 PD: Recuerdo, en las dos últimas huelgas generales, ver los grandes centros comerciales abiertos y trabajando normalmente. Bien, muchas veces nos preguntan para qué sirven las huelgas. Pues sirven, entre otras cosas, para marcar territorio, para medir fuerzas. No secundar las huelgas es, para el patrón, señal inequívoca de que tiene ante sí una plantilla (o una clase obrera, si extrapolamos a todo el país) dócil y resignada a la que va a poder quitar cuantos derechos le plazca, sin apenas resistencia. Y  cuando el tiburón huele sangre…

Palabras de gasolina: Cuando el tiburón huele sangre

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